¿Pueden las franquicias impulsar el desarrollo de los municipios?

Tener una franquicia en el barrio ya no es solo sinónimo de expansión empresarial. Hoy, abrir una franquicia en un municipio puede ser una forma directa de reactivar la economía local, crear empleo y acercar servicios a zonas que, durante años, se han ido quedando fuera del radar de los grandes modelos de negocio.

Y es que no se trata solo de replicar un formato que funciona, sino de conectar una idea ya validada con un contexto que pide nuevas oportunidades. Y en esa intersección, los municipios tienen mucho que ganar.

Las franquicias no solo suponen un cartel ya conocido o una caja registradora. Traen consigo una estructura sólida, proveedores confiables y procesos que ya han sido probados y funcionan eficazmente. Esto puede marcar una gran diferencia. Emprender desde cero en un municipio pequeño, sin experiencia ni apoyo, puede ser un desafío importante y hasta intimidante. Sin embargo, con una franquicia, ese salto se vuelve más corto, más seguro y, sobre todo, está acompañado por soporte constante.

Una forma de emprender más humana y más local 

Marc Almeda, CEO y cofundador de Weprefereat, defiende que: “es importante acercar todo lo que puede ofrecer la gran ciudad a municipios más pequeños”. Su empresa, nacida en Barcelona, apuesta por abrir en ciudades como Sant Cugat, Terrassa o Girona, y lo hace pensando también en ofrecer otra forma de emprender. Una que, dentro de la hostelería, permite jornadas más humanas, más compatibles con la vida personal. Un autoempleo con horarios razonables, pensado para personas que quieren emprender sin renunciar a su vida familiar.

Más allá de los beneficios para el emprendedor, las franquicias también tienen un impacto positivo en el entorno local: en los barrios, en los pueblos y en sus habitantes. David Parera, director de expansión de Goofretti, lo explica claramente: “genera puestos de trabajo directos e incluso indirectos”. Esto incluye a vendedores, a repartidores, a personal de mantenimiento y a técnicos. Son empleos que permanecen en la localidad y no dependen exclusivamente de las grandes ciudades.

Y, además, tributa localmente. Cada nuevo punto de venta implica licencias, tasas municipales, contratación de servicios. Eso también es algo que alimenta las arcas locales y genera ingresos que pueden volver en forma de mejoras para el municipio.



Una oportunidad real de empleo 

David Parera subraya otro efecto que, aunque menos inmediato, es igual de importante: la retención del talento y la población. “Lo que se consigue es que, en esos municipios, esa población, se quede ahí”, explica. Y es que, si hay oportunidades para trabajar, consumir, invertir y vivir, hay menos motivos para marcharse.

Además, el modelo de franquicias reduce muchas barreras para quienes quieren emprender. Ofrece marcas reconocidas, procesos ya validados, manuales de formación y un soporte constante. Esto genera confianza no solo en el franquiciado, sino también en proveedores, entidades financieras y clientes. Al ser un modelo comprobado, suele facilitar la obtención de financiación y mejorar las condiciones en las negociaciones.

Y aunque se suele pensar que las grandes marcas solo apuestan por las capitales, eso es algo que está cambiando. “Buscamos activamente ciudades más pequeñas, no como algo secundario, sino como protagonistas”, afirma Marc Almeda. Y si lo hacen es porque ven potencial, porque hay demanda y porque entienden que el futuro pasa también por descentralizar las oportunidades.

Franquiciar en municipios: una apuesta con impacto real

Las franquicias no son la solución a todos los problemas de los municipios, claro que no. Pero sí pueden ser una de las herramientas más eficaces para impulsar su desarrollo económico. Cuando están bien planteadas y bien acompañadas, pueden generar actividad, empleo, inversión y servicios que cambian la dinámica de una localidad.

En un país como España, con tantos municipios, muchos con desafíos de despoblación, las franquicias pueden ser una vía realista, rentable y accesible de crecimiento. No hablamos de imponer un modelo urbano, sino de adaptar soluciones que ya funcionan a entornos donde todavía hay espacio, y por qué no decirlo, también ganas de apostar.

Hay quien piensa que lo innovador siempre nace en las grandes capitales, pero se olvidan de que también hay otra forma de crecer: compartir lo que ya funciona. Llevarlo donde todavía no ha llegado. Hay que apostar por lo pequeño, y no por resignación, sino por decisión, porque los municipios también merecen estar en el mapa. Y quizás una franquicia, es una de las maneras de empezar a trazar ese nuevo territorio.

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