La Generación Z la componen aquellos jóvenes nacidos entre 1995 y 2000, es decir, los que hoy tienen entre 18 y 23 años. Esta generación forma parte de la revolución digital, pasando del VHS a DVD, y la cual comenzó a almacenar archivos en las nubes virtuales. Sin embargo, factores como el desempleo, la precariedad salarial y la dificultad para planear un futuro a largo plazo han provocado una mutación en los hábitos de consumo de estos jóvenes, además de su forma de relacionarse con los mercados económicos e inmobiliarios.
Tal es así, que los jóvenes españoles pertenecientes a la Generación Z no se van de casa de sus padres. Así lo muestran los datos del Observatorio Joven de Emancipación, llevado a cabo por el Consejo de la Juventud de España (CJE) en el primer semestre de 2017, que tasan la cifra de emancipación de esta generación en solo un 19,4 %, lo que se traduce en un descenso del 0,31 % respecto del año anterior.
Las formas de emanciparse son diversas para este 19,4 % de los jóvenes, según el estudio. La solución más común es el alquiler: dos de cada tres jóvenes deciden seguir esta vía para volar del nido. Por otro lado, un 19,3 % decide comprar una vivienda con hipoteca, mientras que el 11 % vive “de gratis” o a un precio muy reducido.
Lo que queda claro es que el modo menos común de emanciparse a estas edades es la adquisición de la vivienda a través de un pago total. Solamente un 10% de los jóvenes pertenecientes a la Generación Z son capaces de asumir este gasto que es asumido en su mayor parte por sus progenitores.
Estos datos son lógicos, si tenemos en cuenta que el salario medio de un joven de 26-29 años es de 10.800 euros anuales (unos 900 € mensuales y menos de 640 euros entre las personas de 16 a 24 años.), mientras que el sueldo medio que se necesitaría para poder adquirir una vivienda sería de 21.800 euros anuales.
Según Century21, el precio medio de la vivienda ha vuelto a subir para situarse en 153.000 euros, pese a que los tipos de interés efectivo se encuentren por debajo del 2%. Si hace un año la compra de la vivienda libre hubiese supuesto el 60,2% del salario neto de una persona joven, en el segundo trimestre de 2017 ya alcanza el 60,8%.
“Seis décimas de diferencia, a simple vista, pueden no parecer muy relevantes, pero confirman una pauta ascendente, que sirve para alejarse un poco más del umbral del 30% que, según los estándares utilizados por las propias entidades financieras, delimita el ratio máximo de endeudamiento tolerable” indica Ricardo Sousa, CEO de Century21 para España y Portugal. Para plantearse de forma realista la compra de un inmueble ha de existir una correspondencia entre el precio de la vivienda y los ingresos anuales del comprador.
“Todos los agentes que estamos involucrados en el sector de la vivienda, desde la Administración a las constructoras o los asesores inmobiliarios, pasando por las entidades financieras, debemos dar respuesta a la demanda de los jóvenes para que puedan dar el salto a su independencia. Más allá de la lógica especulativa que ha imperado en el mundo inmobiliario en las últimas décadas, debemos centrarnos en las personas, sus necesidades vitales, sus aspiraciones y proyectos”, argumenta Sousa.
Pero la realidad hoy en día es que la compra de una vivienda para un joven de la Generación Z en solitario roza la utopía. Difícilmente ha podido ahorrar un colchón con el que amortiguar el importe inicial de un préstamo hipotecario y tampoco suele reunir los requisitos mínimos de solvencia económica.
Por otro lado, el alquiler de la vivienda, la otra modalidad para emanciparse es la tendencia donde están surgiendo los cambios más abruptos del sector inmobiliario. La renta media de las viviendas libres se ha incrementado casi un 20% en España y más de un 25% en Canarias y las Islas Baleares. Al mismo tiempo se ha reducido la cantidad de viviendas disponibles. Es decir: no sólo hay menos viviendas, sino que son más caras. “Sufragar el precio medio del alquiler de una vivienda en España, supone 767 euros mensuales, lo que supondría que una persona joven dedicara el 85% de su sueldo mensual únicamente a pagar el alquiler (el 71% un año atrás), sin tener en cuenta otros gastos básicos en el uso de la vivienda como agua, luz, o gas”, señala Sousa.
Los límites del poder adquisitivo y la precariedad laboral, que marca la tasa de paro en el 61,4% en los jóvenes menores de 30 años, han tenido como consecuencia, el surgimiento de nuevas formas de emancipación, que rozan la frontera del imaginario colectivo.
En 2012 comenzó a germinar en EE. UU. y pronto llegó a Europa el coworking, un sistema de trabajo que daba la oportunidad de compartir un mismo espacio a profesionales autónomos pertenecientes a distintos sectores, para poder desarrollar proyectos diversos, y así compartir los gastos.
Pues bien, el coworking sólo fue un embrión de un modelo que ha evolucionado para extenderse al coliving. Esta nueva tendencia se fundamenta en el alquiler de habitación y puesto de trabajo en un mismo espacio. “Es un todo en uno. Quienes deciden dar este paso buscan algo más que compartir un mismo techo. La filosofía de los “colivers” es crear un ambiente en la vivienda compartida que inspire y ayude a sus residentes a ser creadores activos y participantes en el mundo que les rodea. Así, comparten no solo las tareas del hogar sino el tiempo de ocio y proyectos personales” explica Sousa.
No hay un perfil determinado entre este colectivo, pero todos coinciden en algo: son profesionales de nuevas tecnologías, emprendedores, freelances, empresarios autónomos, artistas o creativos unidos en torno a un interés conjunto para gestionar en común un espacio, compartir recursos y coordinar actividades que contribuyan de manera creativa e intelectual a mejorar las condiciones de trabajo y el estilo de vida de los “colivers” y la comunidad que los engloba.
A diferencia de otros países, en España es aún un fenómeno muy puntual, pero “mientras no exista una oferta de viviendas acorde con la situación económica y laboral de los jóvenes, la alternativa del coliving es una opción que podría prosperar” indica Sousa.
Nacida en 1971 en Estados Unidos, actualmente es la mayor cadena de intermediación inmobiliaria del mundo. Hoy en día cuenta con 7.400 oficinas, más de 111.000 asesores inmobiliarios y presencia en un total de 78 países repartidos por todo el mundo. La compañía opera en España desde el año 2010.
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