Donald Trump recientemente ha anunciado que aumentará los aranceles directos a productos europeos de un 25% a un 50% a partir del 4 de junio, reabriendo el debate.
Esta decisión afecta a las empresas, pero también a las franquicias, las cuales son un daño colateral de esta medida. En España esto podría afectar especialmente a aquellas que exporten productos españoles a Estados Unidos.
De esta forma, mientras que Trump no duda en tensionar una guerra arancelaria, Europa se preocupa por las repercusiones económicas.
La Unión Europea aplica también una serie de aranceles. Según el tipo de producto pueden variar del 10% al 30%, sobre todo en sector agrícola y alimentario.
En los últimos años, cuando Trump ha estado al frente, la Unión Europea ha aplicado una serie de aranceles adicionales como castigo a las decisiones del presidente. Entre ellos, se encuentran los impuestos por la guerra comercial que se inició con los aranceles al acero y aluminio que impuso Trump. Como ejemplo están los aranceles del 25% a productos como alimentos procesados o las motos Harley-Davidson.

En este contexto de incertidumbre global y tensiones geopolíticas, las franquicias que dependen de las importaciones de productos se pueden ver especialmente afectadas por la subida de los aranceles. Esto implica el encarecimiento en la cadena de suministro.
En este sentido,
Javier Abarca, director de expansión de
Feu Vert, advierte de las consecuencias: “una subida de aranceles afecta notablemente al precio de los productos que compran las franquicias que tengan que aprovisionarse internacionalmente, o dependan de productos muy específicos. Esto aumenta el coste de los productos comprados del exterior por la subida de impuestos, aumenta el precio de los productos vendidos, empeora la competitividad al tener precios más caros que otras empresas, incrementa la inflación y resta poder adquisitivo al consumidor”.
Además, Javier admite que: “esto afecta especialmente a empresas y franquicias internacionales que operan en varios países y dependen del suministro e importación de productos gravados por una subida de aranceles o impuestos a la importación”.
Punto de vista de EE. UU
El presidente cree firmemente que la globalización ha perjudicado a la economía del país, por lo que quiere desincentivar la producción que provenga de fuera del país.
El objetivo del presidente norteamericano es proteger la industria y empleo estadounidense, fomentando el consumo interno y reforzando la posición e imagen de EE. UU en el mercado a nivel global. Esto responde a la mítica visión America First.
De esta forma Donald Trump quiere presionar a la Unión Europea para renegociar los acuerdos comerciales que el presidente considera injustos: “La Unión Europea ha sido formada con el propósito principal de aprovecharse de Estados Unidos en el comercio”.
Con estas medidas, si las franquicias extranjeras desean seguir operando en Estados Unidos, deberán hacerlo en condiciones justas y contribuyendo al empleo y desarrollo local.
En definitiva, el presidente quiere una respuesta de la Unión Europea. Quiere presionarla para renegociar los acuerdos comerciales, que, para su criterio, son injustos.
Sin embargo, esto podría perjudicarle también, según
José Ignacio Rosales, director de expansión de
B Travel: “esta política puede afectar al atractivo de Estados Unidos como destino. Hay que tener en cuenta que una política de aranceles agresiva y aislacionista puede desincentivar los viajes a Estados Unidos o generar incertidumbre entre los clientes.”
Punto de vista de la Unión Europea
Desde el punto de vista europeo la visión es más crítica. Aunque EE. UU es el sexto destino de productos españoles, con un 5% de las exportaciones. España representa menos del 1% de sus importaciones. Esto provoca que España tenga un superávit comercial al haber más exportaciones que importaciones.
Esto, de cara a las franquicias podría afectar a aquellas que son españolas, que están en EE. UU y que exportan productos sujetos a estos aranceles. Entre los más perjudicados estarían el aceite, jamón o el vino.
Una serie de medidas que podría frenar la expansión internacional y repercutir con una menor inversión.
Impacto en las franquicias españolas
El escenario para las franquicias que están de por medio es complicado. El aumento de los aranceles podría encarecer sus operaciones y por lo tanto reducir sus beneficios.
Javier Abarca tiene claro que una guerra comercial a escala global no beneficiaría a las franquicias: “produciría efectos negativos en la cadena de valor con tensiones y volatilidad en los costes de materias primas, productos elaborados, así como en plazos de entrega y garantías de suministro por lo que afectaría sensiblemente a cadenas de franquicias muy establecidas con un flujo de aprovisionamiento muy eficiente”.
Concretamente las franquicias españolas más afectadas con presencia en Estados Unidos, o que dependen de la exportación de productos nacionales, serían las presentes en los sectores como el de la gastronomía que basan su oferta en el producto español.
Todo ello perjudicaría la expansión internacional y limitaría el interés de potenciales franquiciados estadounidense ante un negocio menos rentable.
Aunque José Ignacio Rosales cree que los efectos no se notarán de inmediato: “la incertidumbre por la política de aranceles en Estados Unidos puede tener efectos indirectos sobre las franquicias. De todas formas, no creemos que en el corto medio plazo vayamos a notar los efectos negativos que estas medidas podrían provocar”.
Lo que depara el futuro
Sobre este tema candente, hay que decir que tanto Estados Unidos como la Unión Europea miran por su propio bien aplicando aranceles que les beneficien económicamente. Esto ha provocado que ambos hayan endurecido sus posturas. Una política proteccionista con la que resulta difícil decir quien tiene razón.
Lo que si se puede deducir es que las franquicias se encuentran en medio de este escenario y su viabilidad dependerá de su capacidad de mantener su propuesta de valor más allá de las fronteras.